lunes, 18 de noviembre de 2013

Leyendas.



Cuenta una vieja leyenda de Valakia, que bajo el mandato de su príncipe Vlad III, más conocido por sus apodos tales como Vlad Tepes o Vlad Draculea (el hijo del demonio, el hijo del dragón), hijo de Vlad II Dracul, miembro de la católica Orden del Dragón, estando aquel paseando por las calles de Târgoviște, capital de su principado, llegó a una fuente de aguas cristalinas ante la que sintió la necesidad de refrescarse, por lo que procedió a solicitar a uno de sus sirvientes una copa para tal menester.
Su asistente dispuso de una brillante copa de oro macizo, y el príncipe acabado de beber, depositó allí la copa y acercándose al centro de la plaza, manifestó a viva voz, que a partir de aquel día, aquella copa quedaría a disposición de todos aquellos que quisieran disponer y hacer uso de ella. Eso si, que nadie osara apropiarse de ella para su uso exclusivo porque entonces sentiría el y los suyos la verdadera ira de un voivoda valaco.
 Y así fue, durante años, aquella copa sirvió para que los ciudadanos de la capital, ricos y pobres, ancianos y jóvenes, pudieran saciar su sed.
Durante los años de su reinado nadie osó robar la copa de oro.
Vlad Dracula muere en una emboscada junto a la mayoría de su guardia personal de moldavos, de los que sólo quedaron diez soldados. Tras su muerte, su cara y su cabellera fueron separadas del cráneo y llevadas como trofeo a Estambul.
El mismo día que la noticia de su muerte llega a Târgoviște la copa desaparece y nunca más se ha sabido de ella.

Cuenta otra vieja leyenda, esta vez hebrea, y mucho mas vieja. que un ser todopoderoso, conocido como Elohim, Adonai, Yahveh, Yehova, y mil millones de maneras más, que después de haber creado todo el universo conocido y por conocer, el tiempo y el espacio, el futuro y el pasado y todo lo que es, sabedor y conocedor de todo lo que ha sido y será conocido y por conocer, crea un jardín paradisíaco donde aloja a una pareja de humanos rodeados de todo tipo de animales y plantas de las que que podían hacer libre uso y disposición e incluso enseñorearse,con el único inconveniente de colocar dentro del perímetro paradisíaco el llamado Arbol Del Conocimiento, al que, paradojicamente, esta pareja de paradisíacos inquilinos tenía prohibido alimentarse de los frutos que este árbol generaba bajo pena de expulsión del Jardín del Edén o incluso la muerte.

El resto de la historia es de sobras conocida. Cada uno que saque su propia teoría y estime cual de ambos se veía más poderos a los ojos de sus inferiores.

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